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7 de marzo de 2020. Exaltación a Nuestro Padre Jesús y Stma. Virgen de las Penas realizada por Dña. María Dolores Padilla Olba

Exaltación realizada por Dña. Maria Dolores Padilla Olba, en el Acto Institucional de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús, el 7 de marzo de 2020, en la S.I. Concatedral de San Nicolás de Bari.

Mis primeras palabras quiero que sean de agradecimiento para Esmeralda Giner, hermana mayor y presidenta de las Hermandades de Nuestro Padre Jesús y Santo Sepulcro y toda su Junta Directiva por haber querido que sea yo la que os dirija la palabra esta noche. Es una alegría y un honor para mí compartir con vosotros este Acto Institucional y a la vez una responsabilidad por el cariño que os tengo y un reto al nombrarme Exaltadora de Nuestro Padre Jesús, tan querido y venerado por los alicantinos.

Sentí emoción, alegría y mucha ilusión por estar a la altura de la grandeza de vuestra Hermandad. Que difícil es poner palabras a los sentimientos. Os hablará mi corazón, el alma de una mujer enamorada de Alicante, de sus tradiciones, de su cultura, de su Semana Santa, de sus imágenes.

A ti Esmeralda, me gustaría trasladarte mi afecto y admiración por tu gran aportación a nuestra Semana Santa, por tu implicación en nuestras tradiciones y por tu trabajo al frente de esta Hermandad. Siempre tendrás el honor de haber sido la primera mujer capataz que tuvo nuestra Semana Santa hace ya muchos años, la capataz de la Santísima Virgen de las Penas, llevada a hombros solo por mujeres.

También permitidme que felicite a todos los nuevos Hermanos a los que hoy han sido impuestas las medallas, así como a los Hermanos que tantos años llevan ligados a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús.  Es el momento de daros la enhorabuena y la bienvenida a esta gran familia que es la Semana Santa alicantina. Pero la mejor medalla es la de ser hermanos, hermanos de verdad, porque el auténtico significado de esas medallas es tener una mano amiga dispuesta siempre a ayudarte.

Comencé esta exaltación un día muy especial, el Miércoles de Ceniza, el día que para los cristianos comienza la Cuaresma, cuarenta días antes del Domingo de Ramos, el día en que empieza la Semana Santa.  Tiempo de preparación, de oración y de reflexión. Días para cambiar algo de nosotros, para ser mejores, para parecernos más a Jesús y prepararnos así para celebrar con él, la fiesta de su Pascua.

Cada día hemos de eliminar de nuestros corazones el odio, el rencor y la envidia que nos alejan de Dios y nos impiden acercarnos con amor a los que nos rodean.

En Cuaresma aprendemos a conocer y apreciar la cruz que llevó Jesús, y así mismo, a tomar nuestra cruz diaria con alegría.

Es bueno volver nuestra mirada a Cristo para seguir su ejemplo, para seguir sus huellas estos días,  ya que él antes de comenzar su misión, se retiró al desierto cuarenta días y cuarenta noches Allí vivió su propia Cuaresma, rezando, ayunando… y después, volvió para repartir su amor, su compasión, su ternura y su perdón.

En palabras del Santo Padre Francisco en su mensaje de Cuaresma de este año:

“La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren”.

Nuestra Semana Santa está cerca, esta semana grande para los cristianos en la que recordamos especialmente el amor del Padre hacia nosotros.   

Muy cerca tenemos ya el Viernes de Dolores y el Domingo de Ramos en que comienzan nuestras procesiones, el silencio y el recogimiento nos acompañarán por las calles y en nuestro horizonte de esperanza, el Domingo de Resurrección en el que Jesús volverá a estar de nuevo entre nosotros.

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera”.   

Contamos las horas para que llegué ese día tan esperado, el Domingo de Ramos donde la procesión de Jesús Triunfante dará paso a la Semana de la Pasión y a que nuestras calles se vistan de gala para recibir a nuestros tronos procesionales. Ese día tan esperado que nos traslada a nuestra niñez, a una época feliz, sin ausencias que me hace recordar…

Recuerdo con emoción la bendición de las palmas y las ramas de olivo en el Templo de la Sagrada Familia junto a mis padres y hermanos año tras año, donde la celebración de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén se entremezclaba con la inocencia y la ilusión de la niñez. Era el fin de la Cuaresma y el inicio de la Semana Santa, Jesús era aclamado como Hijo de Dios.

Que importante es transmitir la tradición a los más pequeños, a los más jóvenes y compartir con ellos las riquezas que un día recibimos de nuestros mayores.

Queridos hermanos, habéis vivido un año de intensas emociones, este hermoso trono de nuestro padre Jesús emprendía un largo viaje a los talleres de arte religioso Salmerón en Socuéllamos en la provincia de Ciudad Real para mostrar en su regreso a Alicante todo su esplendor y la talla de Nuestro Padre Jesús partía hacía el taller de Víctor García Villalgordo en Torrevieja para que el Martes Santo ilumine a los alicantinos a su paso por nuestras calles. 

Al aceptar en su voluntad humana que se haga la voluntad del padre, acepta su muerte como redentora para «llevar nuestras faltas en su cuerpo sobre el madero»    (1p 2, 24)» (cic, 612).

Vuestros esfuerzos, vuestro trabajo por la Hermandad hacen que nuestra Semana Santa sea cada día más grande. Que nuestra Semana Santa sea única, su gente la hace diferente, el trabajo de sus Hermandades, y el cariño, que en todo ponéis, vosotros los cofrades. Manos silenciosas que trabajáis con amor y devoción.

Porque le dais valor a las tradiciones, tesoro que debemos hacer perdurar en el tiempo, sentimientos y emociones que compartimos, caudal de valores y enseñanzas que nos hacen ser como somos, lo que nos define como cristianos, como pueblo, como alicantinos.

A lo largo de mi vida son muchas las procesiones en las que he participado, que he admirado, en distintos lugares de nuestra geografía, de norte a sur y de este a oeste, en todas sobrecoge el silencio y la solemnidad de capataces, cofrades, penitentes, damas de mantilla… el olor de las velas, el olor a incienso.

Para los cristianos la Cruz tiene un significado muy valioso, ya que, simboliza tanto el sufrimiento, pasión y sacrificio de Jesucristo por la humanidad como, la salvación, reconciliación y unión con Jesucristo.

Este próximo Martes Santo, Nuestro Padre Jesús con la reliquia de San Faustino Miguez, fundador del Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora y gran defensor de la mujer, saldrá de San Nicolás; tras él, la Santísima Virgen de las Penas expresando en su rostro el dolor y el amor de una madre por su hijo.

Padre, Alicante se rendirá de nuevo ante ti y yo me emocionaré al verte pasar, muchas sensaciones sacudirán como siempre mi corazón y mi pensamiento. Eres testimonio del amor de Dios, que nos amó entregándose a sí mismo por nosotros.

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.      1 juan 4:10

Gracias por vuestra invitación y por haberme permitido acompañaros en ésta, la casa de Nuestro Padre Jesús, la Concatedral de San Nicolás, la casa de todos los alicantinos.

No quiero terminar sin expresaros mi admiración por todos vosotros, por vuestra contribución a que Alicante y su Semana Santa sean cada año mejores.

Os deseo una feliz Semana Santa y que Nuestro Padre Jesús nos proteja a todos.

 

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